¿Qué vamos a encontrar?
Weapons es una propuesta inquietante que se mueve entre lo onírico y lo brutal, un filme que no busca respuestas fáciles, sino que incomoda y mantiene al espectador en un estado de alerta constante.
La cinta nos presenta a modo de introducción, a los personajes principales, encabezados por la profesora Justine, los niños (de quien no vemos sus rostros inicialmente) y los padres, mientras una voz en off nos va relatando un suceso que tuvo lugar : 17 niños han desaparecido misteriosamente, se han levantado de la cama, han bajado las escaleras, han abierto la puerta de casa y han salido al exterior, perdiéndose la pista de ellos en la oscuridad. Solo queda un niño, Alex, que dice no saber nada del asunto.
La cinta otorga mucha importancia a la desaparición, a esos niños que se adentran en la oscuridad y desaparecen pero en ningún momento vemos que nadie haga algo, incluso vemos que los policías acuden a una casa para comprobar que los niños no estuvieran ahí pero no miran todas las estancias, aunque viendo como se las gasta la persona que les abre y las prácticas que lleva a cabo, no es de extrañar que no se enteren.

¿Un thriller convencional o algo más?
Narrativamente, se construye como un rompecabezas fragmentado, donde los saltos temporales y la aparente desconexión entre historias terminan revelando una lógica interna.
El guion no se plantea como un vehículo lineal, sino como una sucesión de ecos temáticos que dialogan entre sí, dejando espacios de ambigüedad para que el espectador complete el sentido.
Se ha comparado con «The Barbarían» , del mismo director, con esa rotura visual de guion que pasa en un momento dado a una especie de película salvaje de los suburbios, las cloacas del desastre, pero en este caso, seguimos la linea temporal del thriller, aunque nos adentramos en otra cosa.
En el plano visual, la película despliega un diseño de producción que subraya el contraste entre lo cotidiano y lo perturbador. Espacios familiares —escuelas, casas, calles suburbanas— se convierten en escenarios cargados de amenaza, impregnados de un simbolismo que sugiere la violencia latente en la normalidad. Encontramos referencias a títulos como «it» y la ambientación en Derry o El Resplandor, siempre recurrente.

Centrándose en una casa envuelta en misterio, con las ventanas tapadas por periódicos y la presencia inquietante de una pareja y una mujer aún más inquietante.
Zach Creager , el director que rompe los esquemas
A este hombre le gusta romper los guiones que él mismo construye y dejar al espectador aterradamente intrigado en la silla. Ya lo hizo con sus anteriores peliculas, Barbarian y «La Acompañante», todo parece ir bien cuando de repente, nos introduce lo que llamo «una rotura de cráneo», aparecen vísceras, sangre, sótanos, medio zombies….
Me ha faltado resolver la incógnita de la hora en la que desaparecen los niños (2:17 de la madrugada) y el sentido del título (weapons, armas) que aparentemente no tiene relación con los sucesos.

No hay espíritus ni fantasmas pero sí se percibe algo…
La fotografía es quizá uno de sus mayores logros: juega con encuadres cerrados y composiciones que generan claustrofobia, alternando con planos más contemplativos que permiten respirar, pero nunca del todo. La luz natural se combina con paletas frías y apagadas, acentuando el tono de desasosiego.
Vemos la presencia constante de una mujer muy turbia que aparece de forma fantasmagórica, al fin y al cabo es una película de terror (que no de miedo) y las pesadillas recurrentes o las apariciones son necesarias, pero desde un enfoque ocasional, psicológico.

Planos de los protagonistas durmiendo que al girar se encuentran con una imagen perturbadora, el plano se rompe y «te cagas en todo».
La combinación de momentos nocturnos con sus pesadillas y del desarrollo de la acción en la mañana siguiente, como si no hubiera pasado nada, otorga solidez y consistencia a la trama y logra confundir al espectador.

En cuanto a las interpretaciones, el elenco sostiene con solidez la ambigüedad del guion. Reconocemos de inmediato a Julia Garnder (Ozark), el siempre necesario Josh Brolin y otros secundarios conocidos como Alder Edenreich, habitual en este tipo de películas. Forman un elenco interesante logrando que se sostenga el ritmo.

Conclusión
En conjunto, Weapons se percibe como una obra que desafía al espectador, que prefiere sugerir antes que explicar, y que apuesta por una experiencia sensorial y psicológica más que por una trama tradicional. Es cine que provoca, divide y deja huella.